miércoles, 24 de octubre de 2007

El guardián del Templo

La mañana está llegando
se va posando sobre ella.
Sobre una vidriera reluciente.
Llena de colores alegres.

Rayos del sol que se posan
sobre los cristales verdes.
Rojos, anaranjados y azules.
Rosas y morados. Brillantes.

La mancha solar va entrando
en el templo del olvido.
Cuidado con esmero, alimentado
por el sigilo del tiempo.

Sostenido por hermosas columnas.
Construido sobre la arena suave,
del desierto del sureste egipcio.

Una enorme S de color amarillo,
en el centro del mosaico.
Abundantes colores brillantes
animados por un espejismo.

Alrededor de tan hermosa ternura
donde la S descansa inquieta,
se puede admirar una estrella.
La que ilumina toda su belleza.

La grandeza de su enorme devoción
resplandece en esta noche pulcra.
Desde fuera se puede ver su armonía.
Por dentro se puede ver su simpatía.

Dentro de este majestuoso templo
se posa un animal pomposo, de
colores oscuros, plumas negras.
Pico afilado para desgarrar.
Garras afiladas para agarrar.

Posado sobre un inquietante trono.
Hecho de piedra dura, granito.
Gracias a su hermosa vista, uno
puede observar tan hermosa lindura.

Las arenas y los vientos pasados
inquietaron al templo, lo cerraron.
Atrapadas sus puertas exteriores.
Sólo el guardián puede entrar.

Este es el caso de nuestro amigo.
El cuida de tan majestuoso lugar.
Solamente es posible entrar a
través de un ventanal. El cuervo.

Sólo el tiene posibilidad de pasar.
El tiene la llave de este sitio.
Sólo se puede mirar cuando la luz
interrumpe en nuestro camino.

O también a través de sus ojos.
Tan amarillentos como claros.
Tan alegres como sensatos;
maravillados con este sitio.

1 comentario:

maggie dijo...

Qué maravilla, envidio a ese cuervo que vigila el templo. Muy bueno de verdad. Besitos
Maggie.