martes, 15 de febrero de 2011

Antigüedades de sabores podridos

Saborcillo a corteza de naranja,
y a plumaje de gaviota,
río tinto de gustillos negrillos,
afluente de caminillos.

Sabihondas monedas de cambio,
con emboque a vinagre rancio,
de manzana mareada,
de fruta agriamente malvada.

Paliduchos y pálidos ojales,
de trigo convertido en cebada,
de harina añeja con lagañas,
recubierta de miel izada patraña.

Y los ratones roen un no parar,
allí en la despensa un manantial,
objetos de agua, gustillo a calamar,
sin sustancia, petrificando un pedestal.

Autor: Francisco J. Román
Imagen: Internet
Nota: La mejor forma para entender un poema, es que cada uno lo interprete bajo su punto de vista. Esa es la magia de la poesía o cualquier otro arte. Vívelo y siéntelo por ti mismo, interpretando cada palabra como si fuese tuya. Gracias por sus comentarios.

viernes, 11 de febrero de 2011

Ella lo es, una loca

Esa vieja de turbante tosco
que rechista más que un loco,
chillando vociferaos asustados,
montando sobre relámpagos.

De sabor a vinagre,
no es mi madre,
ni mi suegra,
ni mi parienta.

Es la vecina de al lado.
de loca no tiene un pelo
aunque no deja dormir,
su almendro está falto.

Falto de lucidez,
y no de locura altanera,
su prepotencia así lo es,
ángel o demonio, por doquier.

Sin ser un alien,
no porta armas, ni pistolas,
ni guantes de amapola,
ni dulcineas sin su quijote,
o rocinantes al trote.

Ella lo es, una loca...

Autor: Francisco J. Román
Imagen: Alex Sánchez

martes, 8 de febrero de 2011

Sus ojos no mienten

Ojos que no engañan,
corazón que no habla,
sensación de agobio,
timidez de su alma,
disecada y plateada,
que calla y tartamudea,
pero sus ojos no mienten,
hablan por sí solos.
con una mirada puedes ganarte el cielo...

Autor: Francisco J. Román
Imagen: Internet

jueves, 3 de febrero de 2011

Lacrimosa, la ciudad perdida

Remontándose al mar,
como barquichuelo florecí,
retomando oleajes, sabores,
mil y unos senderos,
laberintos de otro hemisferio.

Percibí sus fauces adentro,
pensando el desastre cercano,
junto a la perdición de lo eterno;
la vida, propiamente dicha.

En mi casco marroncillo,
agrietado por agüilla salada,
tarareábamos melodías pasadas.
Y en mis popas sabihondas,
de maderos crujientes,
sentimos el miedo acariciarnos,
como torbellinos vivientes.

Unos minutos de incertidumbre y
el oleaje se escabulló por el desagüe.

La percepción de la vida.
Lacrimosa ante nuestra vista,
agigantada y decidida,
reluciente y transformada,
por parajes silvestres,
y arboledas perennes,
en una dichosa alegría.



Autor: Francisco J. Román
Imagen y canción: While Heaven Wept
Nota: Para escribir este poema me he inspirado en la imagen principal de While Heaven Wept, así como de su música, de ahí he logrado sacar estos maravillosos versos.