lunes, 23 de junio de 2008

La luna y el soldadito blanco

Soldadito blanco:


La luna es una grandísima estrella.

Que canta en las noches heladas.

Ni el frío ni el viento pueden tocarla.

Únicamente mis ojos pueden besarla.


En mi barco navego todas las mañanas.

Un traje blanco; vestido de gala.

El capitán a mi espalda, los soldados

arrían velas, llegada de la alborada.


Mi fiel compañera la luna duerme.

Mis ojos sienten esas ganas de verla.

Mi corazón se dilata en su presencia.

Mis besos, ocultos están en su belleza.


Luna:


Ando buscando un amor verdadero.

Para que me mime todo el invierno.

Ando buscando a mi soldadito blanco.

Engalanado, pomposo, sofisticado.


Llegaste a iluminar toda mi soledad.

Ahora siento esas ganas de verte.

Vuela hacia mí, hacia las estrellas.

Allí estoy yo, despierta y somnolienta.


No dejes de soñar por el día.

Nuestros besos quieren verse.

Nuestros versos se estremecen.

Nuestras almas se enloquecen.


Soldadito blanco:


Yo pensándote y escribiéndote.

Con lápiz en mano y papel arrugado.

Con ojos llorosos de no haber dormido.

Con sentimientos impuros y escondidos.


Tú eres mi única señora, mi luz propia,

que arde como el fuego en mi pecho.

Que me desnuda con sus curvas.

Que me enloquece en las noches oscuras.

1 comentario:

maggie dijo...

Me encantó el diálogo, ese soldadito blanco podrías ser tú...
Besitos...Maggie