El orgasmo de la muerte

Y la brisa se dormía en mi regazo,
sintiendo como el frío me iba tocando.
Mi piel heredaba al escalofrío roto,
y el desencanto hacía su agosto.

Pero el negro se escondía en mí.
Y el susto del viento dijo de huir.
La callejuela parecía obsoleta.
Los ventanales rugían de pavor.

Espeluznante mirada entreabierta.
De una ambientación medio poética.
El erotismo entraba en mis carnes.
La seducción optó por desatarme.

Me liberé de todo pudor malicioso.
Y opté por coger tu miembro fastuoso.
Entró lentamente y relinchó mi ser.
El dolor consumía todo mi placer.

Yo amé, y tú me amaste.
Yo decaí y tu fuego me consumió.
La porquería de la tierra me aniquiló.
Escalofriante noche de seducción.

Sedosas hojas gozaron en mi vientre,
cayeron por ventisca y remolinos,
en forma de s, labrando sus caminos.
La ira desobediente acudió de repente.

Moldeada en forma de cuchillos.
Viscosos medio aturdidos. ¡Entrad!
No salid jamás, goce para mi vergel.
Orgasmos recubiertos de hiel.

Llaves que abrieron tempestades.
Caminos odiosos y berenjenales.
Barullos y líos infieles. Codicia.
Orgía de una vida prohibida.

Espeluznante tiniebla del desanime.
Siento que me derramo de sangre.
Penetración de últimos segundos.
El caos deambula lleno de tumultos.