martes, 22 de abril de 2008

Dos almas de porcelana

Una noche escurridiza que tropieza.

Una luna que cae en la tristeza.

Un suspiro indefenso que me llama.

Un corazón melancólico de porcelana.


Estrellas fugaces una noche más.

Estas alumbran mi almohada.

El candelabro se incendia, se quema.

La tristeza hace mella en mi tierra.


De porcelana, una muñeca translúcida.

Con manos heridas y atormentadas.

Con lágrimas que cubren mi nostalgia.

De porcelana tengo mi débil sonrisa.


Cuatro lunas han pasado. Cuatro días,

y aún no se nada de aquella penumbra.

Demasiado tiempo estremeciéndome.

Tengo que esperar para recuperarte.


De porcelana son mis noches amargadas.

Tímidos hermanos que se cogen la mano.

Dos corazones inundados en el pasado,

que se recuerdan a través de un cuadro.


Una madera de forma humana, con

una cara rasgada y sus lágrimas apagadas.

Una madera en forma de princesa humana

con una cara desgarrada, una flor marchitada.


De porcelana son las dos almas semiacabadas.

Que no han sido terminadas, con hilachos y

despuntes en sus ropajes a cuadros.


Aparentemente imposible reanimarlas.

Su creador las enfrenta para que se miren.

Sus miradas tristes hablan en las penurias.

Engarrotadas en un charco de ignorancia.

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