Seis en punto de la mañana.
El sol saca sus cartas.
Unas gotas de sangre
cubren tu piel pálida.
Mi boca derrama la vida.
Mis manos secan tus heridas.
Y otro día más el sol llega.
Tú acostada sobre mis rodillas.
Unas velas al fondo del cuarto
medio apagadas y encendidas
se estremecen por un viento que
quiere llevarse nuestras vidas.
Tendida tenías la mirada perdida.
Tu frente estaba llena de arañazos.
Tus ojos escupían sed de llantos
y tus colmillos estaban ahogados.
Yo miraba tus hermosas curvas.
Tú aura chillona fiel conquistadora.
Tus pechos eran montañas de acero
capaces de estremecerme por completo.
Mi piel se estaba arrugando.
El frío me estaba consumiendo.
El silencio nos llenó de pasión.
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