Pesadillas y oscuridad
atraviesan mi hogar.
¡¡Ohhhhhhhhhhhhhhh no!!
Es la noche de Halloween.
Ven, entra, acércate.
Siente el deseo de caer.
A las calles oscuras.
Donde las almas abundan.
Haloween, ¡¡Ohhhhhh no!!
Mi alma quieren robar.
Mis sueños arrebatar.
Mis caramelos quitar.
El sueño se ha esfumado.
Mi piel se ha coloreado.
Deambulan por mi casa.
Calabazas animadas.
De colores naranjas.
Con luces interiores y
sonrisas perfumadas.
Brujas, brujos y magos.
Niños disfrazados,
corriendo sin cesar.
Apunto están de llegar a:
Halloween
Casas arregladas para
el estreno esperado.
No son casas, son
tumbas hechizadas.
Oscuras y horripilantes.
Es Halloween. Oscuridad,
diversión y terror.
A mi hogar han llegado.
¿Qué estás esperando?
Halloween está aquí.
Sal a repartir, combida
a todos los que llegan.
Sal a convivir.
Esqueletos y Zombis.
Caras horrorizadas.
Maquillajes asustados.
Sangre en mis manos.
Caramelos y dulces.
Sabores agridulces.
Los muertos abundan.
Las almas avanzan.
Ven a Halloween, entra.
Déjate acariciar por mí.
El tiempo va pasando.
El día va llegando y
esta fiesta terminando.
Te espero el año próximo.
¡¡¡¡En Halloween!!!!
Ventiscas desatadas por un aire tórrido.
La visión de una tormenta calurosa.
La decadencia de un viejo roble.
La tala indiscriminada de su madre.
El fuego que traspasa montañas.
Arrasando todo a cuanto alcanza.
La asfixia de la cordillera mató
Al jilguero en su árbol, roto de dolor.
Sus concubinos olieron a quemado.
Agazapados y chamuscados quedaron.
Y la pobre vida vuelve a recomponerse,
no sin antes, haber vivido una época desagradable.
cuando te miro
no se si es tu quejido, o que es
pero la piel empieza a agrietarse,
la escarcha estimula mi deseo,
el veneno me corroe por dentro
Tengo ganas de beber tu aliento
y sentir si verdaderamente
eres tú, o es el reflejo del cristal.
La sombra del destierro me espera,
con sutiles hojas en forma de alas,
de palomilla quizás, de ángel enamorada.
Y con el rastro de la oscuridad en tu pelo.
como lianas enrolladas en un recuerdo,
voy vagando a merced de ti.
Un hueco en mi corazón, la vida se desploma,
aguas amargas descansan en tu torre,
allí veo un delirio provocado por el sueño,
un no se quien, si tu, o yo, condenado.
Agripado y con ganas de tocarte.
Cada vez que veo tu fiel imagen,
un desperdicio de vida me come,
creo que mis bellos se exhalan,
mi tez empina el pico más altivo,
Cautivo ante un desorden perdido.
Me siento asfixiado de tormento.
De alardeos rodeado de concubinas.
Y no eres tú, ni es tu sombra maldita.
El vino recorre las salas del descanso.
Atrayendo míseras miradas, la del frío,
viento, cuchicheo de nuestros cuerpos.
De espaldas al mundo te digo adiós, más nunca volveré, más nunca seré ave de paso. Si quieres, dibújame un motivo para no olvidarte. Quizás recuerde el momento de nuestra última despedida. Un adiós definitivo que llega en el momento más impreciso. Ya no volveré la mirada atrás, ni una lágrima por despertar, ni un lloro por sonreír, ni tan siquiera nuestro corazón para seducir. Soy aquello que recordarás cuando llegue el olvido. A veces, sólo a veces salgo de mi refugio y me muestro tal cual soy, tímida y desconfiada. Aquellos que supieron verme más allá de sus ojos. Aquellos, y sólo ellos serán los que me recuerden.
Ese roce de tu cuerpo que no olvida mi pasión es uno de los más maravillosos legados, que dejo acurrucados en mi mente. Fueron siempre grandes emociones, de tu esencia en mí existir, de tu locura en mi decisión, la cual tome con la vista rasgada, llena de lágrimas. Lágrimas que han vivido desde la tierra hasta el cielo, subiéndose a las montañas más altas, y alimentándose del amor más primitivo, y real.
En la soledad de estas cuatro paredes te digo adiós. Encerrada en mis pensamientos me despido de lo más hermoso que he vivido. Sin luchar ni un minuto por esta fuerza desconsiderada, llamada amor o como se quiera llamar. Encerrada en mi mundo de fantasía me despido, sin esperar la fusión de nuestros cuerpos en uno. Me voy lejos, donde no puedas hallarme. Seré de aquí, allá, el polvo navegando a través de la luna, tal hoguera dejó escombros de pena. El fuego de tus labios será nieve de ahora en adelante.
Derretida nieve de aguas infinitas sin rumbo alguno. Me perderé por ahí, te observaré de lejos, y cuidaré de tu alma donde nadie me pueda hacer daño. Más hoy te pido, más mentiras, ni amores fáciles, no me busques, ya no soy tuya, no he vivido porque es tarde, no existo, adiós.
Ni es verso, ni cántico,
nos movemos sobre asfalto,
recorriendo campiñas,
pisando cantidad de piñas,
líquidas, suaves, amarillas,
observando desde lo alto,
sin querer ser un pájaro,
movimientos de correteo,
al lado del vecino transpuesto,
esnifando aire a nuestro paso,
chamuscando aleteos pirómanos,
ni fuego, rojizos encuentros,
el hermanado ausente acontece,
la oda misteriosa nos atrae,
el solsticio dijo, tengo hambre,
y la estampida paró de repente.
Caminante en tierra de nadie:
Se desgarró tácitamente,
el corazón de la hembra,
mordiendo la angustia,
sembrándose de penumbra.
Rosales para el esperpento.
Figurín sonsacado y tieso.
Espanta cuervos, esquelético.
Dejándose acuchillar de vicio.
Merodeando, y la puerta se abrió.
Dijo el emperador, entra…
Y la bella caminó sin comezón.
Adentrándose en un lugar sin Dios.
Lujos y tenebrosidad:
Reluciente y ensordecedor.
Pulcro y encandilado honor.
Vajillas de plata cromada.
Copas y cursilería a la vista.
Descarnadas bocanadas de aire.
En frente, un cascarón relajado.
Medio paliducho ente sin suerte.
Elegante, soporífero, bien hallado.
Primera impresión:
Miradas entrecruzadas. Alabanzas.
Somnolientas pisadas de su aura,
de aquí para allá, sin levantarse.
Yo, mariposeando con un don nadie.
Pequeños cosquilleos:
Mi corazón siente la gracia,
las ganas de besar tu alma.
Mi rojura prefiere la tentación,
sin miedo no hay acción.
Prefiero tirarme al abismo,
y bombear mi corazón al lado tuyo.
Prefiero ser ave de presa,
para poder robarme tu esencia.
Más no pido clemencia, un baile,
a la luz de nuestra hermanada.
Albor de carnes, brisas de maneras.
Luna que conquista las arenas.
El primer beso:
El primer beso me humilla,
el segundo me deja sin habla,
el tercero acostumbra mis carnes.
Yo, tú prometida, quiero ser amada.
Pasión:
Comámonos a bocados.
Bebamos de nuestro jugo.
Pasión de un encuentro tenso.
Sábanas sobre nuestro murmullo.
Besos y más besos,
cálidos desenfrenos,
Mordiscos y ríos de tinta,
vino tinto, sangre y codicia.
Envejezco y no muero:
250 años de solitaria estancia…
A pesar de no envejecer.
Las arrugas dejaban sé entrever.
Sus manos alicatadas de blanco,
y su corazón hecho un espanto.
Vivir así, no es vivir. Quiero morir.
Vivir solitario, y ahora enamorado.
Aunque tengo ganas de volar,
escapar de mi propia realidad.
Huir, la inmortalidad me trae penas,
guerras y noches de verbenas,
sanguijuelas en mis venas,
sangrecilla altamente seca.
Lágrimas de sangre:
Más ardua de lo que se veía,
nuestra diva caminaba sin vida,
sin ser ella misma, llorándole,
agonizando sus propias carnes.
Lloros recubiertos de ceniza,
sangrecilla hipnotizada de ira,
lloros recubiertos de desdicha,
sangrecilla, hipnotizada delicia.
Lágrimas congeladas en ocre,
figura aterrada de renombre,
ahogada por el lloro absoluto,
acostumbrada a vestir de luto.
Adiós mi amor.
Despertada en la noche. Muy agitada.
En su rostro se apreciaba el temor.
Sábanas empapadas con el sudor.
Vestía un camisón transparente.
Su cuerpo lucía un pecho apuesto.
Unas curvas temidas por su señor.
Descendía por escaleras de cristal.
Linda figura, perfilándose al bajar.
Su rostro inquietado por el atardecer.
Una noche oscura en su averno de tristeza.
Desconfianza hechizada por su mente.
Una mirada reflejándose en el espejo.
Alterada por el vidrio transparente.
Unos ojos sangrantes explotan de ansiedad.
Sus labios dibujan un ambiente violento.
Tenebrosa dama con tez clara y cejas acortadas.
Un sujetador sosteniendo un busto lujurioso.
Una piel venenosa suavizada por el viento.
De mortíferas garras
que aniquilan tu sed,
así vistes en días amarillos,
con largo turbante de flores
y semillas, dándote los honores.
¿Has visto mis girasoles?
¿Viste su parecido contigo?
Ellos quieren sentir tu jugo,
ser parte de un estímulo pulcro.
Serafín de alas baldadas en carmín,
con revoloteos constantes,
quisiste picotear en sus semillas,
amarillas claras, medio negruras,
y la sabia de el, te repelió alto.
Dejando de mariposear constantes,
vaivenes de plumajes veloces.
Quedaste parado en viento aparte.
Murmurando precoces piares al aire.
Cansadas tus alas de paladar seco,
marchando en sosiego hacia atrás.
Despídete de tu preciado manjar.
Hermano sol, ni le dijo adiós.
-Los girasoles a destiempo-
Te veo como un hermano menor.
Sois gemelos, pero no lo sabéis.
Porque ojos no tenéis.
Ya os pusisteis de negro satén,
con el rostro pintado oscuro.
Vuestras hijas se secaron.
Porque agosto las sucumbió.
-Dueño de todo-
Porque sin mí no hay flor,
Ni vida alrededor.
Ni agua para beber.
Ni flores de color.
Porque sin agua, no hay sol.
Me extingo y os morís todos.
Ni calor para seduciros.
Ni frío para derretiros.
Sin mí, la vida no vive.
Ni va en tren de carbón.
Ahora soy un manjar.
En la noche, tu desolación.
Porque el momento buscado, no existe.
A través de vueltas de aires.
Remolinos en molinos, tiovivos.
Volcán de lava que yace abierta.
Una raja en sangre que espera,
ser cortada y bajar de la montaña.
Retomando a su paso a cenicienta,
en su baile, mano a mano, dando vueltas.
Requiebros de álgidos reencuentros.
Entre tú y yo, su príncipe y la princesa.
El mareo de no acabar nunca lo que quiero.
Ser alguien en este mundo incierto.
Espiral de espigas de trigos maduros,
creando señales en campos campechanos.
Espiral de fuegos en campos quemados.
Mirando desgracias vestidas de roja.
Roja espina que das vueltas y me mareas.
La vida es una voltereta, hoy estás allí,
y mañana no eres nadie; ni te das cuenta.
Praderas de azul carmesí,
tras el cristalino perpetuo,
mirando que soy sencilla,
una gota de vida, una más.
La pasividad de mis dedos,
agasajando al azul astral.
Espacial, cósmico provocar,
de pubertad, lejana y tardía.
Tallando al ríalo del río.
Una más para forjarnos,
y derivar en mar abierto.
bebiendo tierra a nuestro paso.
Azul, con su larga cola,
alimentada de llovizna,
inspirada en la palabra, paz
tranquilizadora, y fugaz.
Óyeme, estoy aquí.
Quiero ser parte de ti.
No quiero ser olvidada.
Ni agua derramada.
Azul, nostálgica alegre,
sensible, de renombre.
Ojala la gloria llueva.
Agua y me lleve con ella.