Son como gigantes

Es el poder de la sombra.
Él, nos hace vernos grandotes.
Pero somos tan pequeñitos,
que nos creemos gigantes.

La mar trastorna nuestra vida,
las olas producen cosquillas.
Las arenas crían nuestro aliento,
tan sólo es un frágil momento.

Somos de grandes huellas,
y las sembramos en la tierra.
Somos o quisiéramos serlo.
Gigantes de carne y hueso.

Manjar de dioses

Revoloteando por aire,
zonas de pasión lujosa.
Cantares de un don nadie.
El rey y la misericordia.

El vino y las cerezas,
yacen puestas a placer.
Quién las quiera probar,
sucumbirá en mi vergel.

Los ropajes ya no sirven.
La carne se desorienta.
Las curvas de una diosa
alienta la ceremonia.

Mármol de granito feroz.
Trayendo carne sin pudor.
Manjares por doquier.
Sexo, sediento deshonor.

Hoy te pido

Hoy te pido que no me dejes sólo.
Ni te avives con el fuego de la hoguera.
Ni marches con el viento contra marea.

Hoy te pido que seas una realidad.
Que traigas destellos de tempestad.
Arenas sumisas llenas de lealtad.

Hoy te pido que seas mi ángel guardián.
El frío invierno te quiso llevar.
Pero mis besos trajeron un manjar.

Hoy te pido que nazcas en el cielo.
Que una estrella forje nuestro camino.
Llenándolo de rosas y besos cautivos.

Hoy te pido y pediré por nuestro amor.
La esencia del viento nos unió.
Él cobija el silencio a nuestro alrededor

Mares intranquilos

El sol se revolotea dando brincos.
Revuelto de olas y elogies insípidos.
La mar tiene poder de ambición.
Se cree la manda más de la cuestión.

Mares intranquilos
se llevaron a mis amigos.
Ya no volvieron nunca más.
Sus almas vuelan encarceladas.

El aire se lleva al aura por delante.
Creando entre aguas simples, oleajes.
Remolinos de sísmicos colores.
Retumbándote hasta desaparecerte.

Mares intranquilos
se llevaron a mis amigos.
Ya no volvieron nunca más.
Sus almas vuelan en libertad.

El tintineo de tierra dejó de maullar.
Las gaviotas comienzan a farfullar,
sus picotes con sed de pescaditos,
a poder ser, boquerones y sardinitas.

Mares de corrientes dispares,
trajeron cuerpos a rastras.
Aves que piaban más de lo normal.
Advertían marineros con sed de venganza.

El fatalismo de tus ojos

El poder de visión nocturna
y arrebatar besos a la noche.
La intimidad de su esencia
jugando con la irreverencia.

Pulcra la cenicienta clara,
de tacones cristal manchados.
Vislumbrando infortunio.
Huyendo del jardín ermitaño.

De hojas regaladas.
De hijas mal sembradas.
El fatalismo de la vida yace,
en la faz de la alborada.

Presa de la penuria,
la naturaleza ya tiene dueña.
Es su hija, su hada madrina.
La belleza personificada.

He visto manchado el cielo,
de palomas mensajeras,
corazones en forma de ojo
que miran mis tristezas.

El vigor de tus ojos
ha desterrado mi amor.
No soy ángel cautivador.
Pero si tus despojos.

Llévame con vos, si puedes,
Más no te pido que me dejes.
Soy el hilacho del hilo.
El sentimiento perdido.

Ves, como me arrebatas.
Mis pétalos se deshidratan.
Arráncame el alma, ira.
Quiero amar tu alma, vida.

Quiero ser fuego y quemarme junto a tu piel

Quiero arder en la hoguera,
ser testigo de tus huellas.
Dulcinea de Don Quijote.
Acompañante de tu noche.

Quiero ser de rojo pasión.
Amarillento melocotón.
Caliente hasta quemarte.
Delicioso hasta hartarte.

Quiero ser aroma rosado,
de fresas y rosas de ti.
Besado entre tus párpados
el fuego de mi existir.

Quiero ser fuego
y quemarme junto a ti.
De intenso paladar,
sufrible hasta seducir.

Hablarte de amor

Hablarte de amor es como subir al cielo y tirarse en picado sintiendo el éxtasis del viento en mis mejillas. Ese cosquilleo es como el meloso y tácito beso que un día me regalaste cuando aún éramos pequeños. Quiero amarte y sentir el cálido abrazo de tu piel, amarte como nunca nadie lo ha hecho, sentir que los dos somos una única flor que florece cuando la luna nos habla de amor. Con su jugo me alimento, con tus besuqueos engraso mi cuerpo, con tus labios me lleno por dentro, de caricias y un buen sustento.

Soy poeta de tú mirada, de tus ojos bordados en seda, de cualquier sonrisa entreabierta, de tu barbita entrecortada, del manto que cubre tus caricias, del osito que te acompaña, coloreándote de naranja. Yo volveré y lanzaré un beso al aire, recubierto de miel con sabor a chocolate. Sí, te extraño y no lo niego; hablarte de amor es el deseo más hermoso que tiene mi corazón en este momento.

Hoy llego tarde

Son las 9 de la noche.
y tengo una cita.
Quizás una cena,
un baile y unas velas.

El taxi se retrasa,
las campanadas dan.
Mi corazón palpita,
y mis ojos lloran.

Hoy llego tarde,
ella lo presiente,
pero ni se inmuta.
Ni siquiera me llama.

Han pasado dos días.
Y el móvil no albergó
llamada alguna.
Tan sólo el despertador.

Hoy es sábado.
El perro gimoteaba,
lo saqué a pasear.
Y en un descuido:

La chica de la cita,
apareció atropellada,
en el arcén tumbada,
belleza ensangrentada.

No quiero mirar.
Si el destino cambiase,
esto no habría ocurrido.
Ya no hay marcha atrás.

Entierro, únicamente yo.
Nadie la acompaña.
no familiares,
no amigos, tristeza.

En el sepulcro:

Una tumba de cristal,
para un ser especial.
Su belleza angelical
decidió no sufrir más.

El diseño del viento

Modernista piel
de sucedánea claridad.
Marroncillo la ves
pero no la puedes tocar.

Las cometas viajan
del revés.
El impregnado soplo
se come su tartamudez.

Dorsales encorvados,
finitos aires incubados.
Gran masa atlántica
de dudosa infladucha.

Soplando contra el sol.
Arrastrándose sin pudor.
Engendrando sus hijastros,
caballeros escandalosos.

De altura insospechada,
pues viaja en horizontal.
Ni siquiera se puede medir
ni tampoco seducir.

Imágenes disueltas

Hoy he visto morir
y ya no quiero vivir.

Imágenes desorbitadas
de una muerte anunciada.

El cielazo se volvió gris,
la lluvia comenzó a deslucir.

En una pared blanqueada
se vislumbró tu desilusión.

Imágenes disueltas en ti,
barnizadas por cristal añil.

Un zafiro sol se atragantó,
sus ojos dijeron adiós.

No es tan simple

Ya fue martes ayer,
Quizás volviste a ver.
Que no fui el mismo de antes.

Luces sobre el camino.
Para decir adiós al presente.
Y traer nuevas esperanzas.

No es tan simple olvidar.
Tú estas aquí, y yo allí.
Ya no somos como niños.

Colgado sobre los sueños.
Quiero balancearme para atrás.
Y ver lo que el mundo espera de mí.

El cielo camina nublado.
Dando volteretas como un náufrago.
Sin saber donde parar exactamente.

Sí, delante de mis ojos,
o delante de los tuyos.
No seas impertinente, desaparece.

Francisco J.

Las rosas, la muerte y el frío

La noche se está acercando.
Miedo que tartamudea la tristeza.
Su rostro se agrieta y se quema.

Su mirada siente el dolor.
Tanta súplica en su interior.
Ella apoya su cabeza en la mesa.
Una madera tan áspera y crujida.

Un cabello arisco y ensortijado.
Unos ojos sedientos de llanto.
Lágrimas carentes de sentimiento.

Unas manos apoyadas y rasgadas.
Unas uñas clavadas y ensangrentadas.
Un color de piel envenenado.

Tan solitario ser desquiciado.
La tenebrosidad está llegando.
Las paredes invocan el terror,
y la humedad va resurgiendo.

Una habitación decadente.
Un interior desanimado.
Aborrecimiento hacía mi cuerpo.

Cuatro patas sostienen la mesa.
Ella atrapa su cabeza. Se
desprenden las emociones.

En medio de la madera escabrosa
se haya un jarrón cristalino.
Tan tenue como radiante.
Tan delicado como brillante.
En su interior unas rosas.

Unos pétalos que se caen y se desasen.
Tanta fuerza desprende su caída,
que es como si se clavasen en su piel.
Con el rencor más profundo de su corazón.

Las rosas, la muerte y el frío.
Una cena olvidada, un amor quitado.
Una chica acongojada. Fastidiada.

Ella sale a observar el sufrimiento y
la oscuridad en la época invernal.
Ella merodea las corrientes del río.
Los árboles sienten la pena.
Y hacen mojar su angustia.

El silbido del viento tan apagado.
Estremece su cuerpo y lo reprime,
en un mar de consternación.

Las rosas, la muerte y el frío.
Los pensamientos afloran.
Y el miedo los ahoga.