Egipcia es una niña a la que puedo admirar
con un velo blanquecino que tapa su rostro.
Egipcia es mi vida, tan olvidada, tan antigua.
Tan renacida, que de pronto empieza a crecer.
Un día que nace con la salida de un sol
ardiente. Un sol que renace constantemente.
Una belleza que puedo ver muy lejos,
es mi ciudad antigua. Antiguo Egipto.
Egipcia es mi alma cuando vive esta vida.
Un sol naciente que me ilumina y me cambia.
Egipcia es mi belleza interior que renace
cada vez que mis ojos ven el sol reluciente.
Oh señor del sol que me das poder para beber,
de estas, nuestras tierras tan fértiles.
Oh señor del sol que me das poder para comer,
de estos, nuestros frutos tan vivientes.
Es un pajarillo el que vuela por encima de mí.
Encima de mi barca voy navegando por el azul
del río nilo. A lo lejos puedo admirar papiro.
La planta que utilizamos para crear suspiros.
En él, suelo escribir todas las tardes;
los pensamientos que salen de mi corazón.
Para Egipcia mi verdadero amor, la que hace
que mi corazón se salga de su interior.
Egipcia, la flama de mi vida que vive en mí ser.
La que se funde en mis sueños hasta perecer.
Prisionero, acobardado fuera de su destino.
A su vera, puedo estar tranquilamente con ella.
Un tesoro que se abre tras las montañas del nilo.
Son monedas de oro en un pequeño cofre inundado.
En lo alto de una palmera se puede ver un pergamino.
Son las instrucciones de uso de este artificio.
En el interior de tan admirado tesoro.
se puede llegar a ver un pequeño puzzle,
con tres posibles combinaciones. Dos manos,
Dos caras, dos cuerpos inundados en vino.
Egipcia es nuestra vida llena de simpatía.
Las manos de la amistad nos dan la felicidad.
Egipcia, nuestra naturaleza llena de alegría.
Dos rostros dándose un beso reflejan amor.
Egipcia es la luna que nos admira cada noche.
Dos cuerpos desnudos en vino, dan la pasión.
Navegando por el río de mis sueños,
voy contemplando como las almas vuelan.
Tan indefensas en su tristeza, ahora
viven felizmente, tras la liberación
de su cárcel de piedra.
Egipcia, mi ciudad emerge de las cenizas.
Oh Egipto, nuestro Dios nos da poder.
Es nuestro señor del sol. Nuestro iluminador.
Oh señor del sol, nuestros días terminan.
con un velo blanquecino que tapa su rostro.
Egipcia es mi vida, tan olvidada, tan antigua.
Tan renacida, que de pronto empieza a crecer.
Un día que nace con la salida de un sol
ardiente. Un sol que renace constantemente.
Una belleza que puedo ver muy lejos,
es mi ciudad antigua. Antiguo Egipto.
Egipcia es mi alma cuando vive esta vida.
Un sol naciente que me ilumina y me cambia.
Egipcia es mi belleza interior que renace
cada vez que mis ojos ven el sol reluciente.
Oh señor del sol que me das poder para beber,
de estas, nuestras tierras tan fértiles.
Oh señor del sol que me das poder para comer,
de estos, nuestros frutos tan vivientes.
Es un pajarillo el que vuela por encima de mí.
Encima de mi barca voy navegando por el azul
del río nilo. A lo lejos puedo admirar papiro.
La planta que utilizamos para crear suspiros.
En él, suelo escribir todas las tardes;
los pensamientos que salen de mi corazón.
Para Egipcia mi verdadero amor, la que hace
que mi corazón se salga de su interior.
Egipcia, la flama de mi vida que vive en mí ser.
La que se funde en mis sueños hasta perecer.
Prisionero, acobardado fuera de su destino.
A su vera, puedo estar tranquilamente con ella.
Un tesoro que se abre tras las montañas del nilo.
Son monedas de oro en un pequeño cofre inundado.
En lo alto de una palmera se puede ver un pergamino.
Son las instrucciones de uso de este artificio.
En el interior de tan admirado tesoro.
se puede llegar a ver un pequeño puzzle,
con tres posibles combinaciones. Dos manos,
Dos caras, dos cuerpos inundados en vino.
Egipcia es nuestra vida llena de simpatía.
Las manos de la amistad nos dan la felicidad.
Egipcia, nuestra naturaleza llena de alegría.
Dos rostros dándose un beso reflejan amor.
Egipcia es la luna que nos admira cada noche.
Dos cuerpos desnudos en vino, dan la pasión.
Navegando por el río de mis sueños,
voy contemplando como las almas vuelan.
Tan indefensas en su tristeza, ahora
viven felizmente, tras la liberación
de su cárcel de piedra.
Egipcia, mi ciudad emerge de las cenizas.
Oh Egipto, nuestro Dios nos da poder.
Es nuestro señor del sol. Nuestro iluminador.
Oh señor del sol, nuestros días terminan.
2 comentarios:
Me encanta, me haces pensar en Egipto, vivir con sus misterios.
He descubierto tu espacio por casualidad y "Egipcia" es uno de los escritos mas bellos que he leído sobre Egipto, quizás porque en él transmites todo aquello que percibimos cuando respiramos el aroma que emanan sus calles, el tacto de la arena, el color del cielo...
Egipto la fuente de vida donde despiertan todos los sentidos.
Saludos
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