Mimada por mi ángel,
me balanceaba, acariciándolo.
Una noche lunar,
de azulado manantial.
Con estrellas apagadas,
y la vida marchitada.
Más no triste, con la alegría,
coloreando mi tez sensata.
Abrigada con los brazos rotos,
encantadora pintura que lloraba.
Lágrimas de atardecer,
pieles sabor a miel,
luminiscentes reflejos,
esos insensatos besos…
..que una vez nos dimos,
y que ahora se alientan desiertos,
buscando la ansiada llama,
de tan ansiado encuentro.
me balanceaba, acariciándolo.
Una noche lunar,
de azulado manantial.
Con estrellas apagadas,
y la vida marchitada.
Más no triste, con la alegría,
coloreando mi tez sensata.
Abrigada con los brazos rotos,
encantadora pintura que lloraba.
Lágrimas de atardecer,
pieles sabor a miel,
luminiscentes reflejos,
esos insensatos besos…
..que una vez nos dimos,
y que ahora se alientan desiertos,
buscando la ansiada llama,
de tan ansiado encuentro.
Autor: Francisco J. Román
Fecha: Abril de 2013
Imagen: Internet