Abrazada a una estatua
endeble, quebrada e inanimada.
Las lágrimas de cera callan.
Van bajando con nostalgia.
Se desparraman por la estatua.
De sus ojos grisáceos oscuros.
Para abajo inundando su belleza.
Ahogando su ternura inquieta.
De cerámica clara, inundada de
sabiduría, ella la abraza.
La estatua de su enamorado es.
La de su hermoso ángel.
Poco a poco el ambiente se palpa.
La llegada de la noche en que las
rosas rojas cambian y se tapan.
Se oscurecen y cambian de color.
Cristalinos sus pétalos azulados.
Hirientes de hermosura como ella.
El invierno ha hecho mella.
La inquietud ha sembrado su pena.
Los espíritus comienzan a beber
a inundar de belleza a este ser.
La cerámica inundada en él se apaga.
La estatua se levanta y vaga.
La tela que cubre su cintura
es desprendida, olvidada.
Perdida en la fragancia
de una loca noche enamorada.
La noche asemejada a una Venus.
Su piel arde con fuego y lamento.
Mucho calor atrapa su cuerpo.
El va enriqueciendo su ego.
Una noche plagada de hermosura.
La luna tapada por una máscara.
Hecha de temores y horrores
construida con pétalos de flores.
El dolor hace aparición, el día llega
de nuevo, esta hermosa dama acaricia
la estatua de su amado, se abraza.
La contempla, la besa, la ama.
De nuevo hacía el altar de la vida.
Hacia el templo de su enamorado.
Abrazada junto a su estatua.
La de su ángel, la de su amor.
endeble, quebrada e inanimada.
Las lágrimas de cera callan.
Van bajando con nostalgia.
Se desparraman por la estatua.
De sus ojos grisáceos oscuros.
Para abajo inundando su belleza.
Ahogando su ternura inquieta.
De cerámica clara, inundada de
sabiduría, ella la abraza.
La estatua de su enamorado es.
La de su hermoso ángel.
Poco a poco el ambiente se palpa.
La llegada de la noche en que las
rosas rojas cambian y se tapan.
Se oscurecen y cambian de color.
Cristalinos sus pétalos azulados.
Hirientes de hermosura como ella.
El invierno ha hecho mella.
La inquietud ha sembrado su pena.
Los espíritus comienzan a beber
a inundar de belleza a este ser.
La cerámica inundada en él se apaga.
La estatua se levanta y vaga.
La tela que cubre su cintura
es desprendida, olvidada.
Perdida en la fragancia
de una loca noche enamorada.
La noche asemejada a una Venus.
Su piel arde con fuego y lamento.
Mucho calor atrapa su cuerpo.
El va enriqueciendo su ego.
Una noche plagada de hermosura.
La luna tapada por una máscara.
Hecha de temores y horrores
construida con pétalos de flores.
El dolor hace aparición, el día llega
de nuevo, esta hermosa dama acaricia
la estatua de su amado, se abraza.
La contempla, la besa, la ama.
De nuevo hacía el altar de la vida.
Hacia el templo de su enamorado.
Abrazada junto a su estatua.
La de su ángel, la de su amor.